sábado, mayo 21

Nohistoria

Este era un habitante de las amazona de los masones, un matsé, un hombre gato, un gato hecho hombre, reptador de los arboles, escalador de las tierras, en busca de un pueblo, que no existe, irreal, en busca de un pueblo que está en lo real por que en realidad el que no existe es tal gato hecho hombre con hambre en el hombro, la nave navega entre los arboles, la nave del matsé masónico e hipersónico, hiperbólico, de los árboles de cuerdas y serpientes serpentinas y verdes de verdad, serpientes cuadradas, pasto azúl asolado y asoleado con un sol frio de mentirass, camina en su bote piramidal, pisando el aire, como si no hubiera tal, el no cae por que no está ahí, el esta en el pueblo inexistente, el que aun busca, fisgonea entre las plantas, entre las casas, entre las piedras y entre las serpientes, el pisa la piedra tras el aire, el se esconde en el pueblo que busca, como un ciclo recursivo, se reitera a si mismo hasta que se da cuenta, que es el pueblo en realidad que lo busca a el, el pueblo es el que repta, el pueblo es que navega entre serpientes azules, y pasto serpentinos y cuadrados, entre el aire piramidal, y sobre un bote inexistente, se persigue y se encuentra, pero al encontrarse en verdad se esconde de la realidad.

Aquello somos, queremos ser algo por que lo fuimos, en realidad regresamos, en realidad no hay realidad en nuestro mundo, en realidad la hubo alguna vez y la buscamos, no hay formas, solo nos escondemos de la realidad, cuando la buscamos es por que huimos de ella, como un trauma, como en un circulo.

Todo se vuelve a la calma, luego se destruye en un vórtice exaltado, apresurado y violento, luego se vuelve a formar, se crea y descrea, itera y reitera, como una rapsodia existencialista. Cómo el desasosiego desesperado de un violín que llora risas, entre una escandalosa multitud de guitarras, bajos y bateria:

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