domingo, marzo 16

insípido II

El aroma de una lluvia o de un café, como un cálido abrazo de un invierno temprano, de un otoño melancólico nos mira de cerca, las calles húmedas nos dicen que las ideas son desastrosas, que algo perdiste en esas luces de las noches, que algo se quema en esa lámpara incandesente. El comienzo de algo es especial para un hombre callado, para alguien lejano por naturaleza, para alguien que entiende a la humanidad, o por lo menos entiende que es imposible entender a las pasiones humanas y se dirige a esconderse en su pieza, al lado de una lámpara que pinta todo de su propio color y le da un brillo especial, quiero decir, esta pieza nunca lucio tan extraña o enajenada a un mundo de fantasias.

Así se siente uno en un domingo por la tarde, cuando un acordeón alegre suena en los oidos, o cuando la cara está entumida aún cuando hace un extraño calor, de alguna manera la música se hace profunda y emocionante, de alguna manera todo coincide, la risa de alguna niña, la espera de otro día totalmente nuevo y expectante, el color de una lámpara y el acordeón, todo coincide en un domingo por la tarde.

No es que quiera darle mas vueltas, o quiera decir algo más, solo asi es un domingo por la tarde, insípido